domingo, 9 de marzo de 2014

Abuso de la Tecnología afectan el aprendizje

Expertos alertan que fenómeno 'phubbing' y abuso de dispositivos afectan al aprendizaje.

La imagen de 2 o más personas reunidas utilizando sus teléfonos móviles y sin hablar entre ellas se ha vuelto recurrente y, aunque puede parecer simplemente de mala educación, para los expertos podría ser una clara señal de que estamos perdiendo nuestra capacidad para concentrarnos, incluso, en algo tan básico como una conversación entre amigos.
El fenómeno tiene nombre propio: phubbing, término que proviene de las palabras en inglés phone (teléfono) y snubbing (desairar), haciendo referencia al trato despectivo que supone ignorar a la persona con la que se está por prestar atención al celular. Tanto así, que un estudio realizado por T-Mobile en el 2012 encontró que los usuarios de telefonía miran sus pantallas un promedio de 150 veces al día.
Aunque el phubbing se manifiesta principalmente en situaciones sociales, puede ser síntoma de comportamientos adictivos que ponen en peligro el buen desempeño académico, teniendo en cuenta que la concentración es una de las claves para lograr un correcto aprendizaje.
De acuerdo con el neurólogo Leonardo Palacios, decano de la facultad de Medicina de la Universidad del Rosario, la falta de concentración representa también un reto para los educadores.
Cuando se está dictando una clase magistral hoy en día, es una pesadilla ver a los estudiantes conectados a algún tipo de dispositivo, bien sea un celular, una tableta o un computador portátil, porque ni el educador más optimista va a pensar que lo que los estudiantes están haciendo en estos aparatos es profundizar en los temas de la clase o corroborar lo que uno les está diciendo. Lo que siempre vamos a pensar es que están distraídos con algún juego o chateando y que el conocimiento que les queremos transmitir no lo están recibiendo”, asegura Palacios.
El educador agrega que el nivel de desconcentración entre los jóvenes es tal que puede llegar hasta a “distraerlos de sus distracciones; los jóvenes están tan inmersos en sus aparatos y en cualquier novedad que provenga de ellos que llegan incluso a interrumpir sus actividades de esparcimiento, por ejemplo, pausando un videojuego para responder un mensaje de chat, o revisar el celular durante una fiesta, un concierto o cualquier otro espectáculo”, señala Palacios, quien considera que este es un comportamiento sin precedentes en la historia.
Distractores vs. voluntad
El especialista recuerda que hace unos cuantos años las distracciones eran menores, y a las personas les tocaba esperar su turno para utilizar el teléfono de la casa, reunirse a ver televisión, o planear una salida al cine. Sin embargo, “ahora, las distracciones están todas concentradas en las pantallas”, dice.
Por el contrario, para María Patricia Gómez, directora del Programa de Integración a la Universidad de la Sabana, los dispositivos electrónicos no son los únicos culpables de que los estudiantes pierdan la concentración. “Una dinámica familiar disfuncional o una pelea de pareja pueden hacer que un universitario, por ejemplo, vaya a clases sin prestar atención a lo que le dice el profesor. Esta clase de circunstancias, sin lugar a dudas, tienen más poder que un aparato tecnológico”, asevera Gómez.
Para esta psicóloga, magíster en educación, “distracciones tenemos por montones, pero los dispositivos no son los malos, depende de la fuerza de voluntad de un estudiante para enfocarse en una sola cosa y saber priorizar los diferentes asuntos a los que se enfrenta. Es cuestión de establecer límites”.
Verena Steiner, experta en estrategias de concentración y en herramientas efectivas para el aprendizaje, comparte la opinión de que el poder reside en la voluntad individual, y considera que el mayor enemigo de la concentración son las interrupciones y las distracciones, seguidas de los ruidos. “Es una situación paradójica, porque la mayoría de estas molestias las podemos evitar –explica en una entrevista con Efe–. A menudo, una interrupción o un sonido pueden resultar más interesantes que la tarea que tenemos entre manos o convertirse en un rescate oportuno o una justificación para aplazar una tarea difícil”.
Cómo enfocar la mente
Según Verena Steiner, la primera regla para estudiar es simple: apague el teléfono móvil, olvídese de internet, póngase tapones en los oídos y ¡comience a trabajar!
Debe observar su comportamiento sin criticarse; es decir, sin valoraciones, como un zoólogo observaría a sus elefantes o tiburones. Así toma más conciencia de su nivel de atención. Desde el momento en que se da cuenta de que le falta la concentración, su comportamiento ya mejora.
Guiar la constancia
Steiner recomienda a los padres que adiestren la constancia infantil. “Los niños tienen que aprender a acabar con las cosas sin dejarse distraer. Por ejemplo, los papás pueden elogiar la perseverancia y la aplicación con la cual el niño está dibujando, más que elogiar el dibujo en sí”. Los videojuegos, Internet o la televisión atraen la atención con una fuerza muy poderosa y concentrarse en ello no implica esfuerzo; “la fuerza de voluntad es el punto decisivo y no se desarrolla frente a una pantalla”.
NICOLÁS BUSTAMANTE
Redactor de EL TIEMPO

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