Los datos personales de unos seis millones de personas han sido involuntariamente expuestos a un error en el archivo de datos de Facebook.
El error significaba correo electrónico y números de teléfono fueron accidentalmente compartida con personas que de otra manera no han tenido acceso a la información.
Hasta ahora, no había pruebas de los datos expuestos se explotan con fines maliciosos, dijo Facebook.
Se dijo que estaba "disgustado y avergonzado" por el fallo, que fue encontrado por un programador fuera de la empresa.
y SI EL ERROR NADIE LO DESCUBRE Y LO USABAN PARA OTRA COSA?.....
Fue hacker, inversor tecnológico y acaba
de lanzar el primer nanosatélite argentino. La democratización de la
carrera espacial y por qué cree que pronto estaremos en Marte.
Por Nicolás Cassese - @nicassese Fotos de Vera Rosemberg Realización escenográfica y utilería por Leandro Frizzera Producción de Pía Rey
- Nunca saboteamos nada -dice Emiliano cuando le pregunto sobre su pasado hacker.
- Pero -agrega después de un silencio enigmático- si lo hubiésemos hecho jamás te lo contaría.
Estamos en un bar de café con leche y medialunas de
Palermo, el único que encontramos abierto en esta mañana de miércoles
feriado y Emiliano es Emiliano Kargieman,
un porteño de 37 años, y nada en su aspecto que lo distinga del resto
de los hijos que la clase media ilustrada de esta ciudad dio a luz
durante los 70. Estatura mediana, jean, camisa por fuera del pantalón,
media sonrisa inteligente y pelo castaño que alguna vez habrá sido
ondulado, quizás hasta largo, pero que ahora empieza a ralear.
Emiliano, sin embargo, es el CEO de Satellogic,
una empresa que desarrolla tecnología espacial, y cinco días antes de
nuestro encuentro puso en órbita el primer nanosatélite de la historia
argentina. Se llama Capitán Beto, fue financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación,
en colaboración con el INVAP, una empresa tecnológica de la provincia
de Río Negro, pesa menos de dos kilos, y su función es probar los
sistemas que, según él, revolucionarán la industria espacial.
- Nuestro objetivo es democratizar el acceso al espacio -dice Emiliano, pero no agrega nada más.
Le pregunto cuál es el plan de negocios detrás de su
empresa y lo único que dice es que no será vender satélites. Insisto,
pero no hay caso. Un par de días después le escribo un correo
reiterándole la pregunta. "No puedo contarte muchos detalles del
modelo de negocios ya que por el momento lo estamos manteniendo en
secreto. Lo que puedo decirte es que estamos construyendo una compañía que va a cambiar el mercado de servicios satelitales con una oferta disruptiva, y que nuestros primeros servicios y productos llegarán hacia fines de 2014", me responde.
Lo mismo ocurre cuando le pregunto si autoriza a Mat, un amigo suyo, a contarme algunas de sus aventuras de niño hacker. "Uf, estoy casi seguro de que no. Mat -escribe Emiliano, copiando al amigo en cuestión-, ante la duda de si contar o no algo, elegí siempre que no. Y pensá en tus hijos.;)".
Bienvenidos al mundo secreto de la ética hacker.
Lo que sí sabemos de Emiliano es que Satellogic, la
empresa que creó, está en la vanguardia de la nueva tendencia en
investigación satelital. Su idea es que la tecnología se hizo más barata y accesible, pero que ese avance aún no llegó a la industria espacial. A eso, a desarrollar satélites ciudadanos, pequeños y económicos, está dedicando sus esfuerzos.
La industria espacial, explica, nació al mismo tiempo que
la informática, en los años de la posguerra. Sin embargo, las
computadoras evolucionaron mucho más rápido que los satélites y los
viajes al espacio. La explicación de esto, dice, es que se aplicaron diferentes modelos de desarrollo.
Mientras que la informática y las computadoras personales progresaron
de la mano de inversores privados, la industria espacial quedó bajo el
monopolio de los gobiernos. Caída la Unión Soviética, la NASA es la
agencia espacial más relevante, pero sigue atada a esquemas que coartan
su crecimiento.
- En la NASA hay cero incentivos para innovar, y las empresas con las que trabajan son superconservadoras -se queja.
En una charla que dio en la TEDx Río de la Plata 2011,
los encuentros de innovación que son furor en el mundo y llegaron hace
algunos años a Buenos Aires, Emiliano demostró su punto con una imagen:
la del tablero de control de un transbordador espacial moderno. Aquello
que alguna vez fue sinónimo de futuro impacta hoy por lo básico. Hay
perillas y pantallas con números en fósforo verde, como en las viejas
computadoras. Cualquier teléfono inteligente utiliza hoy tecnología más
sofisticada.
- Estamos volando tecnología vieja, tecnología construida con una mentalidad aversa al riesgo -explica Emiliano-. Fijate que no hay ningún Google trabajando para la NASA. Eso es lo que quiere hacer él, ser el Google que desde la Argentina revolucionará la industria espacial.
Mat Travizano, el amigo al que Emiliano no autorizó a
contar sus andanzas de hacker, se ríe apenas escucha el motivo por el
que lo llamo. Es el fundador y CEO de Gran Data, una empresa
que se dedica a recolectar los rastros de nuestros gustos y
preferencias que dejamos en las redes sociales para luego venderles esa
información a las marcas, y está haciendo cola para comerse una
hamburguesa en un restaurante de Silicon Valley, la meca de la
revolución tecnológica. OK, no va a traicionar a su amigo, pero sí
accede a contar algunas aventuras de los tiempos iniciáticos de los
hackers argentinos. En ninguna, me aclara sin dejar de reírse, participó
Emiliano.
Todo comenzó en los primeros años de la década del 90,
cuando un grupo de adolescentes nerds con acné y un IQ bien arriba del
promedio mataban las horas que no podían dedicarles a las mujeres -su
tipo social aún no se había validado con los negocios millonarios que
vendrían- en un bar mugriento de San José y Avenida de Mayo.
- Éramos bichos raros, despreciados por el mundo -exagera Mat sobre aquella pandilla iniciática de hackers.
Su condición de desclasados de la popularidad, sin
embargo, no impedía que dentro del propio grupo se ejerciese un estricto
sistema de castas. Pero no era el dinero, ni la habilidad deportiva, ni
el origen social lo que determinaba quién pertenecía y quién no. Por el
contrario, lo que allí funcionaba era una meritocracia basada en el
conocimiento. En la punta de la pirámide estaban los que sabían, los que
habían salido victoriosos luego de bucear en sistemas ajenos.
- Era todo muy elitista. Si no demostrabas que habías
hackeado algo importante no te hablaban. Ni siquiera te dejaban
sentarte en sus mesas -recuerda Mat.
Emiliano sí integraba la élite de aquel grupo. Hijo de
padres psicoanalistas -Alfredo y Ana María-, se crió en Palermo y con
sábados entre talleres de periodismo y ciencia. Lucila, su hermana
melliza, era inteligente como él, pero más afecta a los libros. Es
doctora en Electro Neurofisiología. Emiliano, en cambio, tenía problemas
con la autoridad. Sus padres le habían insistido para que hiciese el
ingreso al Nacional de Buenos Aires, pero él se resistió.
- No quería que me rompiesen demasiado las bolas -explica.
Prefería estudiar menos y tener tiempo para encerrarse
con la Sinclair 2068, la computadora que le regalaron apenas se asomó a
la adolescencia. Entró al Cangallo, de cuyo secundario lo echaron
por irrumpir en la oficina del rector y empapelarla con papel higiénico.
Fue su primer hackeo y terminó quinto año en el Avellaneda. Cursaba por
las tardes, se encerraba con la computadora toda la noche y dormía por
las mañanas: un régimen ideal.
Ya por entonces se había hecho un nombre en el ambiente hacker local. Era uno de los miembros de HBO, Hacked by Owls, un colectivo de hackers, y se hacía llamar Logical Backdoor.
Comenzó como casi todos, hackeando juegos electrónicos, buscando sus
vulnerabilidades, trampas para derrotarlos o para hacer copias piratas.
- Como no era bueno jugando, los hackeaba -recuerda Emiliano.
De los juegos pasaron a los teléfonos. Habían conseguido un programa -el Blue Box - que reproducía ciertos tonos que les permitían hacer llamadas internacionales gratis.
Otro de los desafíos preferidos de esa primera camada, recuerda Mat,
era chupar la información de los celulares y clonar las líneas. Lo
hacían con los primeros aparatos que salieron al mercado y en la zona de
Plaza de Mayo. De este modo, captaban las conversaciones de políticos y
funcionarios que circulaban por la Casa de Gobierno y el Ministerio de
Economía.
- Era como una pequeña SIDE en manos de una banda de pendejos -se ríe Mat.
Lo que buscaban, asegura, no era lucrar ni extorsionar
con esa información. Lo hacían porque podían hacerlo, como una aventura,
un desafío. A medida que ganaban experiencia, se iban animando a más, y
pasó lo inevitable: llamaron la atención de la justicia. Hubo un par
que cayeron presos por defraudar a las telefónicas. Uno, que había
descubierto un agujero en los sistemas de las aerolíneas y se dedicaba a
viajar gratis por el mundo, y otro, que entró en el sistema de defensa
de Estados Unidos, terminaron igual. Las denuncias atrajeron a los periodistas y hasta se publicó un libro - Llaneros solitarios - contando las aventuras de esta pandilla de adolescentes. Es de 1994, y Emiliano -que aparece como Logical Backdoor y tiene 19 años- figura con una aparición estelar: abandona la charla que él y dos de sus amigos de HBO mantienen con los autores del libro porque tiene "otros planes más interesantes que charlar".
Ese mismo año hubo un congreso de hackers en el Centro
Cultural Recoleta, y Emiliano y sus compañeros de HBO manifestaron su
desacuerdo con el perfil demasiado público que estaba adquiriendo el
movimiento. Lo hicieron hackeando el teléfono público del lugar con un
manifesto:
"Esta conferencia sucks, como todas las conferencias
de hackers. Hablar acerca de los hackers es pointless. Los hackers no
somos ni queremos ser rockstars, y toda esa publicidad barata se la
pueden meter en el culo, no la necesitamos ni nos hace bien. Es lógico
que los que no saben quieran saber qué es un hacker. Bueno, vamos a
intentar una definición: toda persona curiosa es un hacker potencial.
La tecnología nos la venden con etiquetas que dicen para qué usarla:
todo eso es mentira. La tecnología es solo una herramienta y hay que
saber darla vuelta y usarla del otro lado. Desafiar las leyes en las
que uno no cree es la única manera de seguir creyendo en uno mismo y no
convertirse en un pedazo de sillón, para que venga alguien y se siente
arriba".
Esa ética libertaria era la que los impulsaba a pasarse
horas frente a la computadora. Los sistemas con los que se encontraban
-un teléfono público o la web de un banco- eran un desafío, un obstáculo
que debían descifrar para ganar puntos en la competencia virtual por el
dominio del saber. Lo que buscaban era romper un producto para
reencontrarse con la tecnología, liberarla de su función mercantilista.
Salir de la posición de consumidores y tomar el poder. La única
autoridad que reconocían era aquella basada en el conocimiento,
despreciaban cualquier otro sistema de control social. Pero no lo hacían
desde una posición crítica hacia el capitalismo o las corporaciones
-como años más tarde haría alguien como Julian Assange,
de Wikileaks-. No, lo hacían porque podían, para aprender, para
dominar. No querían la revolución, ni sabotear el poder. Lo que querían
era ser el más inteligente de la pandilla. Y divertirse, claro.
Además de los BBS, foros virtuales que precedieron a internet donde intercambiaban información, el grupo de hackers que circulaba por Buenos Aires mantenía una escena de bares y fiestas. HBO tenía buena convocatoria y organizó un encuentro en mayo de 1996. Fue en un cibercafé de Belgrano. "Vení con tu novia y tu hermana. Y si tu vieja está buena, traela también", anunciaba el flyer. El programa, sin embargo, no resultaba muy atractivo para las mujeres: la noche arrancó con una charla de Emiliano sobre criptografía y terminó con un concurso de ingesta de tequila y vodka.
Con el tiempo, sin embargo, los hackers mutaron en nerds
y ganaron validación social. Un nuevo héroe, de anteojos y tez
mortecina, comenzaba a disputarles mujeres y popularidad a los
deportistas y músicos que hasta entonces dominaban los pasillos de los
secundarios y se llevaban los suspiros de las chicas. La venganza de los
nerds alteraba los términos de intercambio y establecía una nueva forma
de dominio, aquella sostenida en un saber específico y tecnológico. Emiliano
era uno de los machos alfa de esta camada emergente y pronto encontró
la princesa con quien validar el ascenso social de su clase.
Sentada en Oui Oui, el bar que podría arrogarse la reciente popularidad del brunch por la zona de Palermo, Pola Oloixarac reniega contra su actual situación.
- ¿Podés creer que estemos sin internet en casa? -se queja.
Pola, la mujer de Emiliano, es una morocha argentina, un
derroche de sensualidad e inteligencia cultivadas en la carrera de
Letras de la UBA y con renombre en el mundillo literario gracias a Las teorías salvajes,
su primera y muy celebrada novela. Conoció a Emiliano en el Danzón, un
bar de moda de principios de siglo, y hablaron un par de veces, pero por
entonces tenía otro novio, que medía como dos metros y tenía cierta
fama de matón entre los chicos acomodados de los barrios del norte del
conurbano bonaerense. Emiliano igual le llamó la atención.
- Era muy cool para ser nerd -recuerda.
Varios años después se lo cruzaría en los pasillos de
Puán, la sede de Filosofía y Letras de la UBA. Emiliano ya había largado
su carrera de Matemáticas y cursaba la de Filosofía, que tampoco
terminaría. Al cabo de unos años se casaron.
Por esos años, a finales de la década del 90, Emiliano
había monetarizado aquel saber hacker empleándose en la industria que
más dispuesta estaba a pagarlo: la de la seguridad informática. Si
un grupo de adolescentes tenía la capacidad de quebrar los sistemas,
¿quién mejor que ellos para protegerlos? Ese fue el razonamiento de Ricardo Cossio,
el jefe de la DGI durante el gobierno de Carlos Menem, quien contrató a
Emiliano y sus amigos para que blindasen el organismo contra ataques de
gente como ellos. Así fue como, con menos de 20 años, terminaron en el
subsuelo de un edificio estatal, rodeados de computadoras y haciendo lo
que mejor les salía, sólo que ahora del otro lado del mostrador.
A los dos años, sin embargo, se aburrieron de ser
empleados y se dieron cuenta de que lo que sabían valía mucha plata.
Emiliano y tres de sus amigos hackers -Jonatan Altzul, Gerardo Richarte y
Ariel Futoransky- renunciaron a la DGI, convocaron a otros dos amigos
-Iván Arce y Lucio Torre- y abrieron Core, su propia empresa de seguridad informática. Arrancaron haciendo consultoría, pero pronto entendieron que vender productos resultaba más redituable que vender asesoría y desarrollaron Core Force,
un software que emula de manera automática el ataque de hackers a un
sistema para detectar sus vulnerabilidades y así corregirlas.
Abrieron oficinas comerciales en Boston, mantuvieron el departamento de
investigación y desarrollo en Buenos Aires y consiguieron clientes de
alto rango: desde la Casa Blanca hasta Amazon. La empresa fue, y sigue
siendo, un éxito.
En 2006, Jonatan y Emiliano arrancaron con un nuevo desafío: Aconcagua, un fondo de inversión en proyectos tecnológicos. La idea era detectar, invertir y hacer crecer compañías de base tecnológica de la región. Popego, de Santiago Siri, fue una de las primeras.
- Emi es mi Gordon Gekko -se ríe Siri, del otro lado del teléfono recién aterrizado de, una vez más, Silicon Valley.
La comparación, aclara, no apunta a la codicia del
personaje de Michael Douglas en Wall Street. Sí, en cambio, a su
condición de ambicioso mentor. Siri vendría a ser Bud Fox, el joven al
que Gekko aconseja en la película. Cuando conoció a Emiliano, Siri
desarrollaba Popego, una herramienta web que unifica los diferentes
perfiles que un usuario tiene en las redes sociales. Interesado en el
proyecto, Emiliano lo sumó al portfolio de Aconcagua y alentó a Siri
para que se postulase a la lista de la TechCrunch50, donde se
seleccionan las mejores iniciativas webs del mundo. Una noche, Emiliano
leyó que en una oficina de Silicon Valley se estaban realizando
reuniones para elegir a los finalistas y llamó a Santiago con una idea:
volar al día siguiente y jugarse a obtener el ansiado encuentro.
- Nos subimos al avión sin que nos hubiesen
confirmado el encuentro. Cuando aterrizamos prendimos el celular y
recién ahí vimos el mensaje donde nos avisaban que nos iban a recibir.
Alquilamos un auto en el aeropuerto, fuimos directo a la reunión y por
suerte nos fue bien -recuerda Santiago.
- Lo central de Emi -continúa- es que sigue pensando como un hacker. Más que el negocio, lo que le interesa es la tecnología. Para él, el negocio es funcional a generar la tecnología.
Aquel espíritu inquieto de Emiliano pronto se cansó de la rutina de Aconcagua.
- A mí lo que me gusta es hacer. Escuchar proyectos y dar consejos me empezó a aburrir -explica.
Así fue como, mirando alrededor para planear su próximo paso, terminó en la Singularity University,
un centro de estudios que queda en Silicon Valley y está financiado por
la NASA, Google y Nokia, entre otros gigantes de la tecnología, y que
ofrece un programa intensivo de diez semanas para mentes brillantes de
alrededor del mundo. Había ochenta participantes y la idea era que
cada uno desarrollase un proyecto de base tecnológica y con la
potencialidad de mejorar la vida de al menos mil millones de personas en
los próximos diez años. Emiliano pensó en satélites, fundó Satellogic,
se volvió a la Argentina, consiguió seis millones de dólares del
Ministerio de Ciencia de la Nación, el apoyo del INVAP y acaba de poner
al Capitán Beto en órbita.
Es, dice, un primer paso, y lo ubica de nuevo en la
vanguardia del conocimiento. Si en su adolescencia eran las
computadoras, ahora el objeto de sus desvelos es el espacio exterior.
- Como especie -se entusiasma- tenemos la obligación moral de desarrollar otro espacio para vivir.
- ¿Por qué? -le pregunto.
- Porque tenemos que tener un back-up en el caso de
que reventemos la Tierra y por razones económicas (hay metales muy
valiosos en otros planetas). Pero también por la aventura de hacerlo, de
conquistar y, sobre todo, porque se puede, porque tenemos la capacidad
tecnológica de hacerlo. Esta conquista del espacio ocurrirá pronto -pronostica
que en diez o quince años un hombre pisará Marte- y ya no será
monopolio de agencias estatales, como la NASA. Empresas privadas, asegura, impulsarán esta nueva carrera espacial.
- Será una aventura caótica y riesgosa, en la que va a morir gente. Pero como especie tenemos el deber de sobrevivir -asegura.
En el final de su charla en TEDx, Emiliano proyecta la imagen de un pequeño punto luminoso hundido en la oscuridad del universo. Es una foto de la Tierra sacada por la sonda espacial Voyager
a pedido de Carl Sagan. Así, dice, verán el planeta nuestros hijos, o
los hijos de nuestros hijos, cuando miren para atrás al lugar del que
salieron sus padres. Ellos, asegura, dormirán en las estrellas.
En Argentina no es un gasto menor el poder comprar un smartphone, tanto de gama media como alta, ya que a pesar de que en muchos casos los equipos suelen ofrecer interesantes bonificaciones al momento de adquirirlos, los costos siguen exigiendo un importante desembolso.
A esto tenemos que sumarle lo que significa estar con un dispositivo electrónico todo el día encima, tanto a nivel desgaste como el riesgo de extraviarlo o de que algún "amigo de lo ajeno" pretenda quedárselo.
Sin ánimo de generar histeria, ya que además de estas recomendaciones existen seguros muy económicos para nuestros dispositivos móviles, que pueden compensar el costo de tener que renovar una unidad.
Existen muchas aplicaciones que nos permiten recuperar nuestros dispositivos, tanto si fueron robados, como extraviados, e incluso, acceder a ellos para borrar la información, algo que en muchos casos es más delicado que recuperar la unidad.
Como aclaración, vale destacar que casi ninguna de estas aplicaciones funciona si previamente no fue sincronizada con el dispositivo, de forma que haya podido reconocerlo y establecer ciertos puntos de conexión, tanto para rastrearlo como para borrar a distancia los datos que contiene.
THEFTSPY
Esta aplicación ha recibido excelentes críticas en la tienda de contenidos de Google ya que ofrece una licencia gratuita para la versión estándar y una gran cantidad de actualizaciones periódicas, lo que la hace más confiable.
La interfaz de Theftspy.
Con TheftSpy se puede recuperar un equipo, o por lo menos saber la ubicación a través del GPS, controlar la cámara de fotos, y según destacan los desarrolladores, también se pueden grabar sonidos en forma remota.
Si la prioridad es eliminar la información del equipo, nos ofrece un módulo de limpieza para borrar tanto la memoria interna como las tarjetas extraíbles, agenda telefónica y servicios de mensajería (SMS, Whatsapp, Line, entre otros)
Además de las prestaciones similares a las de TheftSpy, nos permite activar el sistema de rastreo por GPS aunque esté apagado.
Así se ve Cerberus.
A pesar de que ofrece una versión gratuita sólo por siete días, que después tiene un costo de EU$2,99 para acceder a una licencia de por vida, Cerberus no necesita permisos de root(transformarse en administrador de un equipo, una acción no oficial que depende de cada modelo), para poder instalarse y funcionar. Además, la licencia nos permite utilizar el software hasta en cinco dispositivos Android en simultáneo.
Como aclaramos antes, a pesar de que ninguna aplicación es 100% efectiva tanto para recuperar como para acceder remotamente a nuestro equipo perdido o robado, una característica interesante de este software es que se instala en forma muy sigilosa sin dejar ni accesos directos en nuestra lista de aplicaciones, ni servicios activos visibles.
Cerberus se activa desde una computadora vía dial telefónico marcando la contraseña de acceso y ya comienza a ser rastreado. El potencial de esta aplicación nos permite cuadrar la posición exacta del teléfono mediante la red SMS, incluso si se encuentra apagado, sin señal o sin el SIM original.
Todas las alertas configurada por nosotros (que saque fotos con la cámara frontal si se cambia la SIM o se intenta desbloquear el equipo, entre otras), serán notificadas por mail.
Este proyecto fue desarrollado por un equipo de programadores de Chile y ha obtenido excelentes críticas en todo el mundo por su alto nivel de precisión y facilidad de configuración y uso.
Una vista de Prey.
El mayor potencial de Prey es su compatibilidad con múltiples plataformas. Puede correr (y rastrear) en Mac, Windows, Linux, Android, iOS ya que está desarrollado sobre un lenguaje de código abierto, y es 100% gratuito.
Las principales herramientas que ofrece esta aplicación son: rastreo por GPS, Wi-Fi o mediante geolocalización, detección de cambio de SIM, bloqueo remoto, protección ante intentos de desinstalación, sonido de alarma configurable vía remota, alerta de mensajes al usuario.
Como diferencial, la versión gratuita permite controlar hasta tres dispositivos en simultáneo, pero pagando una versión Pro, se puede integrar la aplicación a toda una estructura de empresa o flota de equipos, ideal para empresas que además de querer recuperar sus dispositivos en caso de pérdida o robo, también necesiten una solución de rastreo y control de uso de los equipos, ya que estas versiones ofrecen hasta 100 reportes mensuales del estado de la flota.
Los
usuarios apocalípticos de Internet hoy confirmaron todas sus sospechas.
Según un documento confidencial publicado por The Guardian, la Agencia
de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA) Obama culpó al Congreso por aprobar año a año este tipo de prácticas. En la serie Person of Interest, una máquina del gobierno vigila a todos los ciudadanos para ver quiénes están en peligro. Una vez más, la realidad superaría a la ficción.
Las empresas participantes
Según la nota de The Guardian, la primera empresa en sumarse a PRISM fue Microsoft, el 11 de septiembre de 2007; seguida por Yahoo (12-03-2008) y Google (14-01-2009). Luego llegaron Facebook (06-06-09), PalTalk (07-12-09), YouTube (24-09-2010), Skype (06-02-11) y AOL (31-03-2011). La última en subirse fue Apple, en octubre de 2012, un año después del fallecimiento de Steve Jobs.
De acuerdo con los documentos hallados por ese diario, el costo total de este programa llega a los 20 millones de dólares al año. Los sitios estarían en condiciones de enviar el contenido de emails, chats (texto, video y voz), videos, fotos, datos guardados, VoIP, transferencia de archivos, video conferencias, notificaciones de logueo/actividad, detalles de uso de redes sociales y “pedidos especiales”.
Científicos europeos quieren reconstruir la primera web, que fue creada en 1993.
A veinte años del nacimiento de la llamada red de redes, un equipo del lugar donde se originó la internet busca resucitar la primera página de la historia para recordar los valores que inspiraron.
Un equipo de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés) anunció el proyecto, que implica preservar los equipos y los programas asociados con el nacimiento de la web.
Entre los valores fundamentales del proyecto en su origen estaban la descentralización del control de la red de redes y el libre acceso a la información para todo el mundo.
La World Wide Web (o www) fue creada en 1993 por el científico británico Sir Tim Berners-Lee, quien trabajaba para la CERN.
Según Dan Noyes, gerente de web del grupo de comunicación de la CERN, la recreación del primer sitio web del mundo permitirá a las futuras generaciones explorar, examinar y reflexionar acerca de cómo la web está cambiando la vida moderna.
"Este es un momento único porque todavía podemos encender el primer servidor web y apreciarlo. Queremos documentar eso y preservarlo", dijo Noyes a la BBC.
El creador de la web es el científico británico Sir Tim Berners-Lee.
El proyecto apunta a más que simplemente poner a funcionar viejos computadores NeXT -las máquinas más avanzadas de ese momento- en el lugar en que fue creada originalmente la web.
"Uno de mis sueños es permitirle a las personas ver cómo era en sus comienzos la experiencia de la web", explicó a la BBC James Gilles, jefe de comunicaciones de la CERN.
"Se podría pensar que el primer navegador era muy primitivo pero no lo era. Tenía posibildades gráficas. Uno podía editar directamente. Era algo realmente increíble, era muy sofisticado", añadió.
Pero quienes no conozcan mucho de tecnología o de internet podrían sentir que usar una computadora y programas informáticos de hace 20 años para ver texto en un sitio web podría no ser una experiencia muy emocionante.
Sin embargo, Gillies y Noyes consideran que vale la pena.
Sobre todo porque estos sistemas originales fueron desarrollados por Sir Berners-Lee bajo el principio de acceso universal a la información, algo que en ese momento los entusiastas creían que cambiaría el mundo haciéndolo un lugar más justo e igualitario.
El primer navegador permitía a los usuarios editar y escribir directamente sobre el contenido mientras era visto, algo que ya no es posible con los sistemas actuales.
"Ese acceso universal a la información y la flexibilidad para la entrega son algo que actualmente estamos luchando para recrear".
La web es parte de la vida cotidiana en el siglo XXI.
Acceso gratis
Cuando la CERN creó la web hace 20 años, uno de los aspectos más importantes fue su carácter gratuito.
En ese entonces, se discutió si la CERN debería convertirse en el hogar de la web o si el proyecto debería centrarse en su misión original de dedicarse exclusivamente a asuntos científicos concernientes a la física.
Al final imperó el criterio de Sir Bernes-Lee y sus colegas, quienes consideban que la organización debería poner la web a disposisción del público.
La CERN produjo un documento legal que declaraba a la www abierta al público para asegurar el libre acceso a todas las personas y que nadie pudiera reclamar propiedad sobre la red.
Gillies considera que este es el documento "más valioso en la historia de la World Wide Web".
"Sin ese documento habrían cosas parecidas a la web pero habrían pertenecido a empresas como Microsoft, Apple, Vodafone o alguna otra. No sería algo abierto para todo el mundo".
Cambios pendientes
"(...) mantener a la web como un instrumento disponible gratis es casi un derecho humano"
Niguel Shadbolt, Universidad de Southampton.
Sin embargo, la web no ha producido el grado de cambio social que algunos habían previsto hace 20 años, ya que este espacio todavía es dominado por un puñado de poderosas compañías en línea.
Para aquellos que estudian la World Wide Web, como el profesor Niguel Shadbolt, de la Universidad de Southampton, vale la pena conservar los principios sobre los cuales este instrumento fue concebido.
Y considera que no hay mejor monumento a esos principios que el primer sitio web.
"Tenemos que defender los principios de universalidad y de acceso universal", dijo Shadboldt a la BBC.
"Eso no calza en los estándares de ciertas organizaciones y corporaciones. Por eso mantener a la web como un instrumento disponible gratis es casi un derecho humano".
Si analizamos el mercado actual de smartphones nos encontramos con tres grandes estrellas: el Samsung Galaxy S4, el HTC One y el Xperia Z. ¿Y qué pasa con el iPhone 5? Bueno, pues que es el iPhone 5, esto es, un dispositivos compacto, sin opciones de personalización, con un ecosistema de aplicaciones de alta calidad, pero por lo demás no particularmente innovador. Hace poco más de seis meses que fue presentado, por lo que Samsung ha tenido mucho tiempo para reaccionar. ¿Es el Galaxy S4 mejor que el iPhone 5? Para averiguarlo hemos hecho estacomparación teniendo en cuenta diferentes aspectos.
La primera diferencia que llama la atención es el tamaño. Ambos presentan casi el mismo grosor (S4: 7,9 mm; iPhone 5: 7,6 mm). Sin embargo, el iPhone es 123,8 mm de alto y 58,6 mm de ancho; por supuesto, el S4 es más grande con unas medidas de 136,6 x 69,8 mm. Crucial aquí son las preferencias personales. Si quieres disfrutar de vídeos y juegos con buenos gráficos, lo más probable es que elijas el S4, por su tamaño de pantalla. Por otro lado, el iPhone 5 tiene un aspecto más compacto y manejable.
¿Cómo se sienten? Para mis pequeñas manos el iPhone 5 es mucho más cómodo. En el dispositivo de Apple no he encontrado dificultades para tocar todos los extremos de la pantalla con el pulgar. En cambio, en el S4 he tardado unos segundo en poder ajustar mi mano para dirigirme al extremo izquierdo (sostiéndolo con la manos derecha). En general, ambos smartphones son muy cómodos en la mano.
La elección del material es muy diferente en los dos dispositivos. Como bien sabrás, el S4 está hecho de plástico. Si nos fijamos en la parte posterior nos daremos cuenta de que la diferencia es enorme. El iPhone 5 tiene un acabado de aluminio mate y cristal, bastante elogiada por muchos. Es completamente negro y da impresión de ser un dispositivo elegante. Por el contraro, el S4 parece un poco... barato.
La versión en negro del S4 que he elegido para mi comparación, ofrece muchos tonos diferentes de color. El frente se ve más gris que negro, el borde metálico brillante y también metálico encontramos en la parte posterior el logotipo de Samsung. También cuenta con un patrón de brillo como en la versión en blanco, con la diferencia de que en esta ocasión se asemeja más a una bola de discoteca. Un 'verdadero' negro hubiese estado mejor.
Una cosa que ambos dispositivos tienen en común: el botón de inicio físico ha sobrevivido, a diferencia de muchos otros dispositivos Android. Además, los botones de volumen están situados en el mismo lado.
Conclusión
Apple gana claramente la batalla de los materiales, pero el tamaño depende de las preferencias de los usuarios. Por mi parte, no soy un fan de los smartphones gigantes, pero sí de pantallas grandes. Por eso le voy a dar la victoria a Samsung porque ha sabido aumentar la pantalla sin que esto afecte al tamaño (en comparación con el S3).
Pantalla
Si nos fijamos en las pantallas, hay que tener en cuenta que Apple, desde hace varios años, juega un papel principal con su pantalla Retina. Sin embargo, Samsung se pone al día. Comparamos una pantalla de retina de 4 pulgadas con una resolución de 1136 x 640 píxeles (326 ppi) con una pantalla Super AMOLED de 5 pulgadas con 1920 x 1080 píxeles (441 ppi).
¿Se aprecia la diferencia en la resolución? No necesariamente. El factor decisivo aquí es latecnología de pantalla.
La tecnología de Samsung AMOLED es conocida por sus negros profundos, que también es mejor en muchas pruebas que las pantallas LCD. Sin embargo, el iPhone 5 de Apple ofrece ricos niveles de negro.
Sorprendentemente, el blanco en la pantalla del Samsung Galaxy S4 no es muy brillante. Así lo podemos apreciar en la imagen superior con el brillo asjustado al máximo en ambos.
En general, los colores en el Samsung Galaxy S4 están muy saturados y son más fluorescentes. En el caso de Apple, nos encontramos con colores más contrastados, pero menos brillantes.
Ambas tecnologías son ofrecen diferentes enfoques: en el S4 es más importante la saturación del color; en el iPhone 5, las sombras. En ambos dispositivos, con sus diferentecias, encotramos buen contraste y nitidez.
iOS es un ecosistema cerrado que, por un lado, es muy seguro, pero, que por otro lado, ofrece poco espacio para la personalización. Siempre recibirás exactamente el mismo iPhone que tu vecino. Android es abierto, de los cual, por desgracia, se deriva que tengamos que sufrir la carencia de calidad en algunas aplicaciones y el aumento de las brechas de seguridad. El lado positivo es que los dispositivos se individualizan. La superficie puede ser fácilmente intercambiadas, se pueden utilizar ROMs personalizadas y todo el mundo puede modificar el sistema según sus propias necesidades.
¿Qué significa esto en la práctica? El Samsung Galaxy S4 funciona con Android 4.2.2, tiene una excepcional amplia gama de funciones y la interfaz TouchWiz. La idea detrás de la S4 es principalmente ofrecer un uso intuitivo de los smartphone. En concreto tenemos que podemos controlar el dispositivo a través del movimiento de los ojos y sin tocar la pantalla con el dedo. Un análisis detallado de las características del software se puede encontrar aquí.
Conclusión
Android ofrece más opciones, pero también es susceptible a las vulnerabilidades de seguridad y malware. En iOS se obtiene el paquete completo más coherente, pero también depende de las especificaciones de Apple. La seguridad es muy importante, pero un buen uso de un Android evita los malwares y la personalización prevalece.
Cámara
Ambos dispositivos carecen de un botón físico de obturación. Aunque el iPhone 5 tiene algo que ofrecer en este aspecto: si tenemos abierta la cámara, el botón de volumen se puede utilizar como un disparador. Sin embargo, la aplicación de la cámara no se puede modificar - un inconveniente más del sistema iOS. En el iPhone 5 sólo se puede activar o desactivar el flash, seleccione el modo HDR y panorámicas. El Galaxy S4 es en este aspecto un verdadero todo terreno: doce modos de cámara (Sound & Shot, Beatuy, Panorámica, etc), docenas de parámetros (retardo, modo de ráfaga, ISO, etc) y muchas otras opciones para elegir. En estevídeo os resumimos todas.
Ahora llegamos a la calidad de la foto. ¿Toma una cámara de 8 megapíxeles (iPhone 5) peores fotos que una cámara de 13 megapíxeles (Galaxy S4)? Sabemos que el número de píxeles no es algo a tener en cuenta a la hora de comparar. Lo mejor será que echéis un vistazo a las imágenes de comparación realizadas con luz del día y con la luz artificial en el modo HDR. Sólo en la saturación hay una diferencia significativa que no encontramos tan clara en la nitidez.
La aplicación de cámara pre-instalada en el Galaxy S4 es muy extensa. En el caso del iPhone 5 nos vamos a encontrar con una cámara que hace bien su trabajo sin demasiados aditivos. Os dejo a vosotros juzgar la calidad de las fotos. Desde mi punto de vista, Samsung ofrece un mejor paquete.
Procesador
En las especificaciones del Samsung Galaxy S4 podemos leer 2 GB de RAM y un procesador quad-core Snapdragon a 1.9 GHz. El iPhone 5 se queda un poco atrás con un procesador A6 de doble núcleo a 1,2 GHz. En las pruebas de referencia Geekbench el S4 reportó 3163 puntos, casi el doble que el iPhone 5 con 1596 puntos.
No hay que olvidar también que el S4 tiene ranura para tarjetas microSD - una ventaja real, incluso si el iPhone se encuentra en varias versiones de 16, 32 y 64 GB. Hay que añadir también las capacidades multitarea de Android junto con un potente hardware: mientras jugaba a Dead Trigger, un juego gráficamente exigente, se estaban ejecutando cinco aplicaciones en segundo plano. Ningún problema para el S4. En el iPhone 5, sin embargo elmultitasking es muy limitado. En cuanto a hardware y rendimiento, Samsung obtiene una puntuación perfecta.
Todavía nos queda un aspecto bastante importante: la duración de la batería. El Galaxy S4 tiene una batería con una capacidad de 2600 mAh; el iPhone 5, sin embargo, sólo 1.440 mAh. Debido a que Apple tiene el software mejor adaptado al hardware, los resultados son muy parecidos. Después de seis horas de intensas pruebas ambas baterías se quedaron muy flojas. Sin embargo, Samsung tiene una gran ventaja a su lado: se puede reemplazar la batería en el S4.
Conclusión
La fecha en la que salieron ambos dispositivos al mercado juega un papel importante en mi comparación. Samsung tuvo para el desarrollo del S4 seis meses más - y eso en el universo del smartphone es una eternidad. Técnicamente, el S4 es claramente mejor: Full HD, mejor cámara, mejor procesador, mejor batería. En la práctica, el rendimiento también es mejor en la generación más joven.
La diferencia más grande entre Apple y Google, iOS y Android, el iPhone 5 y el Samsung Galaxy S4 es lo mismo de siempre: uno es cerrado y el otro es un sistema abierto que se puede personalizar de acuerdo a tus deseos. El Samsung Galaxy S4 va más lejos en esta dirección y acumula más puntos. En términos de diseño Apple está, de nuevo, claramente por delante.